Caca Wars
Caca Wars: Ninfa del Agua de Inodoro

La Ninfa del Agua de Inodoro

Primer Contacto

John Harpeek entró en el último segundo al pequeño toilet de la FIAP-600. En el exterior, el espacio estaba negro como la noche, y eso que en el espacio no existe la noche.

John comenzó a descargar un brillante chorrito de satisfacción, cuando un destello lo hizo abrir los ojos grandes como los anillos de Saturno.

¡Pero qué demonios era eso! Una silueta parecía formarse en el aire, una especie de niebla azulina que se retorcía como el humo de un cigarrillo. Los cigarrillos estaban extinguidos desde hacía doscientos años, pero John había visto el fenómeno en las películas de época.

—¿Quién es? —atinó a preguntar el ingeniero, en el momento en que el chorrito perdía toda su fuerza.

No tenía sentido preguntar eso, porque no había nadie en la pequeña cabina, ni tampoco en quinientos mil kilómetros a la redonda. La nave caía en el vacío rumbo al viejo Sistema Solar.

—¿Prr prr pr? —preguntó PAL-7500 desde afuera del toilet. Pero el robot no contaba como alguien, porque era poco más que un electrodoméstico. Y además era imposible entenderle sus chisporroteos.

Frente a los ojos desencajados de John, la silueta tembló en el oxígeno viciado y se disolvió. Por un instante le había parecido que tenía una figura femenina allí delante, pero esa idea se esfumó casi al mismo tiempo.

¿Qué era aquella criatura? ¿Un fantasma? ¿Estaba viva? John subió la cremallera de su jean espacial, apretó el botón del retrete y retrocedió dos pasos, pensativo. ¿Estaba volviéndose loco? ¿La soledad lo estaba haciendo ver alucinaciones? ¿Eran los efectos de la post-hibernación a bordo del Arca?

John Harpeek retornó a la cabina de mando ante la mirada del único ojo de PAL-7500. El pequeño aparato estiró su cuello de manguera y sacudió las ruedas.

—¡Prrrrrrr! —chilló.

Allá lejos, en la negrura casi total, había un grupo de puntos brillantes, una hilera de objetos que flotaban en la nada. Y la FIAP-600 se dirigía directamente hacia el prodigio.

Entonces PAL-7500 retransmitió lo que veía al monitor de la nave. John Harpeek demoró cinco segundos en reconocer las formas, no por tonto sino por incrédulo. Estaba regresando a buscar la nave sanitaria, que todos llamaban en broma la «Nave Sopapa» por su ridícula forma. Es por esta razón que el ingeniero esperaba encontrar una nave.

—Pero eso son… ¿inodoros? —gritó, y de nuevo tuvo que abrir los ojos como los anillos del viejo Saturno.

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